Granada, más que una ciudad

Pasear por el Albaicín, examinar el embrujo de la Alhambra desde el Paseo de los
Tristes, subir a las más antiguas tradiciones de las cuevas del Sacromonte,
perderse en la vega con vistas a Sierra Nevada… no es poca cosa, y por esa razón,
desde los más arcaicos orígenes de la historia, la ciudad de la Alhambra no ha sido
una mera urbe, al contrario, un paraíso del arte. Que se lo digan a Machado con su
célebre cita: “Todas las ciudades tienen su encanto. Granada el suyo y el de todas
las demás”. Siendo la cuna de numerosos granadinos ilustres, artistas, actores,
poetas… Una provincia llena de cultura y millones de historias que contar.

● Mariana Pineda, la lucha en busca de la libertad
Hacer frente al temible absolutismo de Fernando VII en el siglo XIX era sinónimo de
conseguir la libertad, pero no precisamente de forma legal. La principal precursora
de la libertad por antonomasia no fue otra que Mariana Pineda (1804-1831). La
heroína granadina nació a expensas del Darro, en la granadina y popular Carrera
del Darro, el 1 de septiembre de 1804. Con una compleja infancia, marcada por los
conflictos entre sus padres, comenzó a formarse con ideales liberales. Con tan solo
18 años, vivió la abolición de la Inquisición y el juramento de Fernando VII, etapa
histórica conocida como el Trienio Liberal, en la que comenzó a implicarse en la
política y abrió lugar a liberales perseguidos. Así pues, con la recuperación del
poder de Fernando VII, Década Ominosa (1823-1833), se llevó a cabo una fatídica
represión en contra de su libertad. Por otro lado, pocos años después los cargos del
Gobierno ordenaron el arresto domiciliario en su casa del número diecinueve de la
Calle del Águila, incluso se la acusó de lucir una bandera liberal en su casa con el
lema: “Libertad, igualdad y ley”.

Tras ello, quedó condenada cerca de nueve días en su casa. Castigada con la pena
al imputarse el delito de rebelión contra el orden y el monarca, fue conducida hasta
la actual Plaza de la Libertad, con presencia del monarca Fernando VII y ante la
atenta y fija mirada del público congregado, murió con un crucifijo entre las manos.
De esta forma, el episodio de Mariana Pineda nos revela la continua lucha hacia un
mundo con libertad y democracia, sin tiranía. Su figura permanece en la plaza de
Mariana Pineda (Granada), donde el célebre Federico García Lorca se inspiró para
desarrollar su obra de teatro.
● José Zorrilla, el poeta que no quería irse de Granada
Ser de Valladolid y ofrecer tu corazón a una ciudad a 609’4km no ocurre de forma
frecuente, tan solo en Granada. Granada es tierra de poetas, con cientos de estos
que la utilizaron como medio de inspiración con inigualables paisajes como la Sierra
culminada desde Puerta Real o los formidables jardines de la Alhambra.
Por ello, cercano al siglo XIX, nació un periodo artístico conocido como el
Romanticismo, en el que la soledad se basó en un continuo pesimismo. José
Zorrilla, por su parte, nació en 1817 en Valladolid. Fue la figura más sobresaliente

de la dramaturgia romántica, con su reconocida obra Don Juan Tenorio, al igual que
adquirió fama al leer versos en el entierro de Larra. En una de las etapas de su vida,
Zorrilla acabó en Granada donde desarrolló su inspiración. Allí, además, iba a ser
nombrado poeta nacional debido a su gran unión con Granada. Incluso, un poema
suyo recibía el nombre de ¡Granada mía!

Se puso todo a punto y estaba prevista su llegada el 14 de junio de 1889, y la
coronación como poeta tres días más tarde con un nocturno envite en los Palacios
del Generalife. Sin embargo, llegó con retraso, arropado por miles de personas.

Tras ello, se hospedó en el Carmen de los Mártires, donde se halla el cedro a cuya
sombra san Juan de la Cruz escribió el Cántico Espiritual. Cuando fue nombrado,
tras el homenaje y el acto de coronación, el poeta no quería irse de Granada. Si
bien, estaba programada una estancia de seis noches, mas permaneció hasta
cuarenta. Finalmente, regresó a la ciudad vallisoletana obligado, al padecer su
mujer problemas de salud.
De esta forma, José Zorrilla nos muestra el deseo de no abandonar Granada, así
como, muchos poetas a raíz de su estancia comenzaron a pergeñar poemas en la
ciudad nazarí. Curiosamente, diez años más tarde nacería en Fuente Vaqueros un
niño que llegaría a ser el más grande de nuestros poetas.
● Federico García Lorca, el alma de Granada
Granada acarreará siempre el arraigo de uno de los mayores genios literarios de
todos los tiempos: Federico García Lorca. Granada, sin Lorca, no es Granada.
Miembro destacado de la generación del 27, se apoyó en la idiosincrasia andaluza
como inspiración poética. Así como la trasladó a sus obras y mostró al mundo su
indestructible amor por la ciudad andaluza.

“En este pueblo tuve mi primer ensueño, del que seré tierra y flores”. Nacido el 5 de
julio de 1898, en el municipio de Fuente Vaqueros e hizo que dicho pueblo pasara a
la historia de la literatura universal. Desde pequeño se empapó de la poesía gracias
a su madre que motivó su gusto literario. A sus once años dejó a un lado el rustical
pueblo para mudarse con su familia al centro de Granada. Desde este punto de su

vida, se dedicaría a dos destrezas: las letras y la música. De hecho, en 1915
comenzó a estudiar en la Universidad de Granada, formando parte de El Rinconcillo,
donde conoció a Manuel de Falla entre otros.
Pocos años después, hizo viajes por España, conociendo a Antonio Machado, que
le inspiró en su primer libro Impresiones y Paisajes.
En 1919, Lorca se desplazó a la Residencia de Estudiantes, mas jamás dió la
espalda al lugar que le vio nacer, crecer y morir.
“Granada es una ciudad donde el enamorado escribe mejor que en ninguna otra
parte el nombre de su amor en el suelo”. Igualmente, Lorca tuvo lugares que le
incentivaron su creatividad como la huerta de San Vicente. Era su oasis particular.
El paraje donde se reencontraba con sus raíces. Así pues, allí crecieron grandes
obras como Yerma, Bodas de sangre y el Romacero gitano.

Por otro lado, en 1929 viajó a Nueva York donde plasmó su viaje en Poeta en
Nueva York, publicado tras su muerte. Buenos Aires también le permitió adquirir
más fama con el estreno de Bodas de sangre y a la vuelta a España, publicó Yerma
y La casa de Bernarda Alba (1936) hasta su regreso a Granada en 1936, donde es
detenido y fusilado. Por ello, una noche de agosto de 1936, su vida y obras se
frenaron en seco al ser detenido en el Gobierno Civil, actual facultad de Derecho,
cortando la progresión de una excedente potencia literaria.
Si bien, el espíritu imperecedero de Lorca acompaña a turistas y granadinos, que no
olvidan su gran relación y conexión con la ciudad. De esta forma, resulta
prácticamente imposible bucear en la historia de la ciudad y encontrar a alguien que
absorbiera mejor la más pura esencia de Granada para convertirse en célebre
artista que Lorca.
Porque nadie puede entender Granada sin Lorca, igual que nadie puede abrir
semillas en el corazón del sueño. Se cortó de raíz la vida de uno que todavía no
había dicho todo lo que realmente quería, aunque permanecerá de forma eterna en
el corazón de Granada y los granadinos.

Hugo Asenjo De Toro 4ºB

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